Es claro que a lo largo de sus casi 100 años, el Club Universitario, ha debido pasar por las más diversas circunstancias por las que ha transitado nuestra ciudad, nuestra provincia o nuestro país. Pero, resulta interesante, para tomar la real dimensión de esos hombres que fundaron nuestra institución, repasar las puntuales circunstancias que hacían al quehacer diario allá por el veintipico del siglo anterior y que, claramente, se diferenciaban mucho de estos tiempos de actualidad que nos toca transitar.

Antes de analizar puntualmente los años que rondaron la fundación de nuestro club, es importante resaltar que Rosario no tuvo un fundador, como se ha dado en la mayoría de las localidades de relevancia en el siglo XVI o XVII, sino que su fundación se remonta a mediados del siglo XVIII cuando, un grupo de pobladores heterogéneos se conformó entorno de la capilla en la que se venerara a la Virgen del Rosario. Y podríamos, en este punto, tener en cuenta dos nombres: Santiago Montenegro, que se instaló en la zona siendo uno de los primeros pobladores estables, dedicándose al flete de mulas y dando los primeros pasos de la explotación agrícola, instalando un molino y una pulpería; y el párroco Ambrosio de Alzugaray que cambió la imagen de Nuestra Señora de la Concepción, que era la venerada hasta esos tiempos, por la de la mencionada Virgen del Rosario y afianzó, además, el afincamiento de lo que serían los pobladores. De este modo, sobre el 1762 queda terminada la Capilla alrededor de la cual se desarrollaría nuestra ciudad.

Es decir que Rosario se ha construido a partir de la comunión de los esfuerzos de sus pobladores, logrando, en 1823, la categoría de Villa, siendo, posteriormente, en 1852, declarada ciudad. Esta característica, acerca de la comunión de esfuerzos, ha permanecido en el ADN de los rosarinos y, por supuesto, ha sido la que ha movido el espíritu a aquellos hombres que fundaron, en 1924, nuestra institución.

Para los comienzos del siglo XX, Rosario contaba con servicio de luz eléctrica, lo que la elevaba a la categoría de moderna. Por esos años ya contaba con el Parque Independencia, el teatro La Ópera y tres clubes de fútbol. Sobre 1912 se inauguró la Biblioteca “Dr. Juan Álvarez”, denominada así en honor de quién fuera su impulsor y Secretario de la Municipalidad y, el 17 de Octubre de 1919, se crea la Universidad del Litoral, a través de la Ley 10.861, promulgada por Hipólito Irigoyen, destinándose a Rosario tres facultades: la de Ciencias Médicas, la de Ciencias Matemáticas, Físico-químicas y Naturales aplicadas a la Industria y la de Ciencias Económicas, Sociales y Políticas. La conformación del alumnado, a través de jóvenes de nuestra ciudad así como de las localidades de cercanía fue la semilla de nuestra querida institución. 

Por esos tiempos, Rosario era una ciudad moderna y pujante y lo marca el hito que, en 1920 se realiza la primera transmisión radiofónica. La población era de unos 300.000 habitantes y el porcentaje de inmigrantes era mayor al 40%.

En 1924, el Intendente Municipal era el Dr. Emilio Cardarelli, abogado, nacido en la ciudad de Río Cuarto, que se radicó en nuestra localidad ejerciendo diversos cargos como el de Secretario Municipal y Concejal. Ejerció la docencia siendo el primer profesor de Derecho Comercial del hoy Superior de Comercio “Libertador General San Martín”. También llegó a ejercer el cargo de Decano de la Facultad de Ciencias Económicas, Políticas y Comerciales de la Universidad Nacional del Litoral y escribió varios libros. Durante su paso por el denominado “Palacio de los Leones” desarrolló innumerables obras, varias de ellas de carácter social orientadas a la protección de la niñez.

En 1924, el Gobernador de nuestra provincia era el Dr. Ricardo Aldao, abogado y político. Aldao ocupó cargos como los de Legislador provincial y nacional, fue Presidente del Club del Orden, fue Vocal fundador y luego Presidente de la Sociedad Rural de Santa Fe, Director del Banco Provincial de Santa Fe y Vicepresidente del directorio del Banco Hipotecario. Durante su etapa como gobernador se construyeron escuelas, hospitales, se amplió la red vial, se facilitó la instalación de usinas eléctricas, se construyeron caminos y puentes y se intensificó el tráfico del puerto.

En 1924, el Presidente de nuestro país era el Dr. Marcelo Torcuato de Alvear, abogado y político que, además del cargo máximo, fuera embajador en Francia así como Diputado y vale aclarar que era nieto de Carlos de Alvear, medio hermano de José de San Martín pero eso es parte de otra historia que no es la que nos ocupa en este momento. Como dato particular, es interesante recordar que Marcelo Torcuato de Alvear se enamoró profundamente de una cantante lírica, portuguesa, llamada Regina Pacini, con quién se casó luego de manifestarle su amor a lo largo de los teatros del mundo en los que ella actuaba.

En 1924, un grupo de jóvenes alumnos, de las incipientes facultades de nuestra ciudad, dieron origen al Club Universitario: Gerónimo Etchart, Ángel Cordero Araya, Enrique Bertotto, Francisco Roselló y Manlio Bertini deciden organizar el primer torneo de atletismo, siendo en la entrega de premios del mismo que se autoconvocan en Asamblea Constituyente, nombrando a Carlos Sylvestre Begnis, por la Facultad de Medicina, y a Eduardo Albe, por Escuela de Odontología, como autoridades de la misma. Nacía el Club Universitario de Rosario.