Desde hace ya un tiempo más que importante, la Cuarta de Universitario carga con una mística a fuerza de trabajo, esfuerzo y títulos. No es novedad que este grupo de jugadoras tiene claro, justamente, esa palabra: grupo. Saben que los logros deportivos dependen de muchos factores pero que la energía del grupo es fundamental para obtenerlos. Por supuesto que detrás de estas cuestiones, que tan bien le hacen al Hockey de Universitario, hay nombres que destacar y profesionales a quienes consultamos para poder transmitir estas palabras y para que estas palabras tengan la claridad suficiente como para mostrar esa mística que mencionamos. Y uno de esos nombres que tienen que ser nombrados es Pamela Briozzo. Me gusta citar a Pamela Briozzo como una persona íntegra, de esfuerzo, capaz y, por sobre todo, cálida y cercana. Y esto queda de manifiesto cuando ella misma nos cuenta que, cuando piensa en la Cuarta, se le vienen a la cabeza todas cosas lindas. Y nos cuenta, además, que tomó el grupo en el 2009 y lo condujo hasta el 2017. Pero dejemos que ella nos relate el resto de la historia… Como decimos con las chicas, nos quisimos y nos aguantamos durante mucho tiempo. Cuando las tomé era un gran grupo de hockey y de pic nic. Nos pusimos a trabajar tanto en lo técnico como en lo táctico y fueron, los primeros años, un gran aprendizaje tanto para ellas como para mí. Vale aclarar, como ejemplo, que comenzamos por la ruta de pases, por el trapecio, y… descubrimos que eso era algo más que una figura geométrica. (N. de la R.: es de mencionar que a esta altura, Pame logra que la risa sea parte de la charla, cosa que habrá de ocurrir, de acá en adelante, varias veces más). Se trataba de un equipo que jugaba con un gran sacrificio de cancha pero que debía tener un salto de calidad hacia un hockey moderno, si así podríamos llamarlo. Valga como anécdota que la Capitana, en ese momento, era Ana Turiella y que su característica era que tenía una pegada indiscutible. Es así que donde hubiese un libre ahí iba Ana para hacerlo. A tal punto que, siendo defensora central, es posible que tuviese que atravesar toda la cancha si es que la falta nos favorecía en zona de delanteras. Entonces la práctica de los libres se extendió a otras jugadoras que pudiesen desarrollar una pegada como la de Ana. En este punto es muy lindo recordar que se trató de un grupo de mujeres que tenían muchísimas ganas de aprender. Eran esponjas que aceptaron todo lo que les propuse y fue enriquecedor desde todo punto de vista. Pasé por todos los momentos posibles. Me enojé también pero por sobre todo fui feliz. Fui feliz. Y todo el esfuerzo rindió sus frutos. Después de haberlas entrenado tres o cuatro años empezaron a campeonar. Fueron tetra campeonas y, es de destacar que, a lo largo de esos cuatro años ni siquiera empataron un partido. Una vez que arrancaron fueron imparables, obteniendo un invicto histórico en la línea de las Cuartas. Y es bien merecido porque trabajaron mucho para lograrlo. Intentaron, sin descanso jugar distinto, y lo lograron. Y es lo que me llevo de ellas, esas ganas de aprender, esa curiosidad por todo lo que las llevara a mejorar. Fue gratificante desde todo punto de vista.

Hay que destacar que, dentro de ese proceso, fue sumándose gente y en el 2017 se armó la segunda Cuarta con las que se arrancó el 2018, justamente, cuando dejo de entrenarlas. En ese proceso, como decía, se sumaron Pelo, Flor Rasia, Gisele Massa, Gaby Capellini, Cecilia Pasos y muchas otras como la querida Negra Dell Orefice. A partir del 2017 sigue, como entrenadora, Valeria De Rivi, quién fue mi ayudante en todo ese tiempo. Y desearía recordar que, como PF estuvieron Diego Maturano, Carlos Boerio y Nano. Quisiera, además, mencionar que, más allá de los campeonatos ganados, hubo un aprendizaje mutuo. Ellas, pienso que, aprendieron algo más de este hermoso deporte que es el hockey y yo me di cuenta, porque ellas me lo enseñaron, que, en la vida, no todo era hockey. Las juntadas, los cumpleaños, la manera de festejar la vida, relacionada con el deporte, fue un aprendizaje para mí, de la mano de ellas, es algo que voy a valorar para toda la vida y que queda, totalmente, atesorado en mí.