Dentro de las tantísimas historias de nuestro querido club hay, siempre, otras historias y dentro de estas otras historias hay, a su vez, otras más, como si los recuerdos fuesen unas Mamushkas que uno va descubriendo a medida que se abre la memoria. Es de éste modo que podemos llegar a lo que vamos a denominar “Pequeñas historias”. Vamos a sacar a la luz estas pequeñas historias que son parte de la grandeza de nuestra institución. Damos comienzo, entonces, a estos relatos para desempolvar cuestiones y echar luz sobre ellas y saber un poco más acerca de nuestro Universitario. Y, por supuesto, convocamos a los memoriosos para que nos nutran con otras pequeñas historias para que podamos indagar y desarrollar y ponerlas sobre el tapete para que brillen.
En el ´35, el club tenía el majestuoso local de Córdoba 1545, el de Córdoba 955 y el Stadium de Solís y Montevideo. El repentino fallecimiento del Dr. Ruíz acelera el proceso de la unificación de los locales de calle Córdoba, generándose el traslado al nuevo local de Córdoba 940. Y es de este modo que aparece la figura que hoy nos interesa destacar: Don Vicente, el canchero.
El nuevo local, si bien no tenía las características de grandiosidad del de Córdoba 1545, se adaptaba bastante bien a las necesidades del club y, si bien se lo pensó como un espacio transitorio, “estuvimos” allí algo más de veinticinco años. Pero sigamos adelante y hagamos un recorrido por esa “nueva” Sede: poseía una entrada por calle Córdoba, con dos puertas grandes de madera, con ingreso a un hall que derivaba en un gran patio. En la parte superior, a la que se accedía a través de una escalera en el hall de ingreso, estaban los sanitarios, el bar, la Secretaría, la Sala de Comisión Directica y otro salón grande con una mesa de ping pong. Durante un tiempo, en la que fuera Sala de Comisión Directiva, se instaló una peluquería (otra pequeña historia por desarrollar) a cargo del Master Lucio Ferrini.
El bar era sencillo, con una barra de madera y, detrás de ésta, estantes con exhibición de bebidas. En las mesas, también de madera, solía jugarse al Truco, al Tute y al Mjon. Es de recordar que, este bar, fue remodelado en el año 1957 y esta remodelación estuvo a cargo de Luis Cansino y de Hugo Marín, quienes le dieron una nueva estética al mostrador.
Al costado del patio, a la izquierda, estaba la casa del canchero, Don Vicente, y a la derecha se encontraba un único vestuario que tenía casilleros de chapa, de uso general, y contaba con baño y duchas con agua caliente. Al fondo estaba la cancha de Básquet con una tribuna de madera a la izquierda y con una pasarela elevada, a la derecha, también de madera. Al fondo de la cancha de Básquet se construyó un frontón para la práctica de pelota paleta, esto se llevó adelante a pesar de no poder constituirse como cancha oficial ya que, por las dimensiones del terreno, no podía contar con las medidas reglamentarias.
Es necesario aclarar que, la cancha de Básquet era de polvo de ladrillo o granza y que requería de un tratamiento especial, de un cuidado permanente, de una dedicación exhaustiva. Y para estas tareas estaba Don Vicente, el canchero, el hombre que todos los días se dedicaba a cuidar ese piso rojo para que estuviese en las mejores condiciones posibles al momento de las prácticas o de los partidos. Y vale mencionar una característica que nos han referenciado de Don Vicente: era bastante cascarrabias y “corría” a los chicos que jugueteaban desordenando la perfección, producto de su trabajo, en el alisado del piso.
En el ´52, un grupo de jugadores, convencieron al Tesorero, Don Adolfo Rodríguez, para que se pudiera llevar adelante el embaldosado de la chancha. Y ya no hizo falta ese trabajo diario y minucioso que Don Vicente llevaba adelante con tanta dedicación. Vaya este recuerdo por ese trabajador que, como tantos, son parte de nuestra institución. Vaya este recuerdo por Don Vicente, el canchero.