Tal vez, uno de los recuerdos más claros que tenemos, de nuestros primeros pasos por las escuelas, sea el de la clásica fila de alumnos, con todas las voces cantando “Alta en el cielo, un águila guerrera…”, la bellísima ópera “Aurora” de Héctor Panizza, y es posible, también, que los recuerdos lleven a algunos a las estrofas del Himno creado por Juan Imbroisi, con letra de Juan Chassaing, que comienza diciendo “Aquí está la bandera idolatrada, la enseña que Belgrano nos legó…”. De un modo o de otro, la Bandera Nacional, está ligada a nuestros corazones desde siempre. Y es por eso que los colores celeste y blanco nos llenan de emoción porque por ellos nos sentimos arropados como si nos hubiera arropado, con ese amor interminable, nuestra madre o nuestro padre.

La bandera nacional fue creada por el General Manuel Belgrano el 27 de febrero de 1812, en el poblado de la Capilla del Rosario, Pago de los Arroyos, hoy nuestra ciudad de Rosario. Con la aclaración que esa primera bandera era blanca y celeste (dos franjas blancas con una celeste entre las mismas), siendo consagrada con los mismos colores, pero celeste y blanco (tal cual como es conocida actualmente), por el Congreso de Tucumán el 20 de julio de 1816, debido a una iniciativa del diputado Juan José Paso.

El diseño original fue confeccionado por María Catalina Echevarría, una argentina de origen vasco, nacida, en nuestra ciudad, el 1° de Abril de 1782, bajo la supervisión de Manuel Belgrano. La tarea artesanal fue llevada a cabo durante el transcurso de cinco días, en los cuales se cosieron los paños utilizando hilos dorados. 

El 27 de febrero de 1812, Belgrano estableció dos baterías de artillería en ambas orillas del río Paraná. En esa misma fecha, sobre las 18:30 hs., y en solemne ceremonia, Belgrano dispuso que fuera por primera vez enarbolada la bandera patria. Y, es de recordar que esa primera bandera argentina se encuentra en la iglesia parroquial de la localidad boliviana de Macha.

El Stadium de Solís y Montevideo, al que podríamos llamar cariñosamente “nuestra primera Quinta”, se inauguró el 25 de Julio de 1929. Hay algunas fotos de ese tan deseado y hermoso Stadium, cuya compra impulsara el increíble Dr. Fernando Ruíz. En una de estas fotos, que muestra el ingreso al predio, pueden observarse tres banderas ondeando: la bandera nacional, secundada por la bandera de nuestro club y otra que bien podríamos asumir es la de nuestra provincia de Santa Fe. Han pasado noventa y dos años de aquellas banderas ondeando al viento Universitario y, en nuestra actual Sede “Dr. Jaime Slullitel”, de Avda. del Huerto, siguen ondeando y cobijándonos. Allí están al viento de los tiempos: la hermosa bandera celeste y blanca, secundada por la bandera de nuestro club y por la bandera de nuestra provincia.

Según el Decreto 1631/11, de la Municipalidad de Rosario, se establece que en el Mástil Mayor del Monumento Histórico Nacional a la Bandera se enarbolará exclusivamente la Bandera nacional argentina como símbolo de valor identitario del pueblo argentino. El izamiento se realiza todos los días a las 8:15 hs., excepto en caso de lluvia, a fin de preservar la integridad del paño, o cuando expresamente se disponga otro horario con motivo de ceremonias especiales. Así reza la aclaración oficial de protocolo. Pero hay un detalle que es interesante destacar. Cada jueves de izamiento, el Concejo Municipal convoca a aquellas instituciones de prestigio que festejan su “cumpleaños” dentro de esa semana. De ese modo, una breve comisión asiste al izamiento, que se realiza con los honores y la emoción que es posible de ser imaginada. La presencia de una porción de la Banda Municipal haciendo gala de la interpretación de algunas de esas músicas de nuestra infancia hace el resto. Y todos volvemos, por unos instantes, a esos primeros momentos de la escuela en que elevábamos los ojos al cielo mientras la bandera ascendía por el mástil. Y claro, Universitario es parte de esta ceremonia a través de la invitación del Concejo. Luego, en el salón principal, del Palacio Vasallo es posible compartir unos buenos cafés y unas medialunas exquisitas así como de hacer gala de la camaradería y de la charla amena mientras, por dentro, estamos con cierta tranquilidad inevitable: nuestra bandera nacional ondea al viento junto a nuestro querido río Paraná.

Por Patricio Raffo