Siempre hay uno o varios motivos que lo impulsa a uno a elegir alguna disciplina para su vida ¿Cuáles fueron los motivos que me inclinaron a la práctica de la Esgrima? Fueron muy diversos, no obstante, estoy casi seguro que el cine fue un factor preponderante. La película “Scaramouche” interpretada por el actor Stewart Grangrer y con un reparto que incluía a Mel Ferrer, Janet Leigh y la sensual Eleanor Parker tuvo mucho que ver. El protagonista del film es un Don Juan de la época prerrevolucionaria en la Francia de Luis XVI, que ve morir a su mejor amigo en un duelo desigual contra el mejor espadachín de la Corona francesa. Indignado por el asesinato, se jura vengar la muerte de su amigo a cualquier precio. Para llevar a cabo su venganza toma clases de esgrima con el mejor maestro de Francia, que compartía los postulados filosóficos de la Revolución francesa proclamados por su amigo: Liberté, Égalité, Fraternité. La escena más conmovedora se desarrolla al final de la película en un asalto de esgrima cuando se enfrenta al verdugo de su amigo en un teatro de París. El despliegue, la belleza, la elegancia y la espectacularidad del lance es inolvidable. A pesar de dejar desarmado a su enemigo le perdona la vida. Aún hoy me emociono cuando veo la película. Si bien era muy pequeño cuando la vi, la hidalguía y la bizarría de la última escena me impactaron de tal modo, que le dije a mi madre que deseaba practicar ese deporte. 

Además de lo expresado, también hay un entorno al que podríamos llamar de Política y Esgrima, sobre el que uno, a través de los años, posa la mirada. Y que habla de la honorabilidad.

Muchos han sido los duelos llevados a cabo entre políticos argentinos. Fueron prohibidos definitivamente en el siglo XX. Las armas elegidas para dirimir las ofensas y enemistades irreconciliables eran las de fuego y la espada. Sin embargo, esta última era la favorecida en el gusto de los contendientes. De allí la importancia que revestía el conocimiento de la Esgrima, no solo como disciplina deportiva sino como defensa en caso de ser retado a duelo. Célebre fue el que enfrentó a Lisandro de la Torre e Hipólito Irigoyen en el siglo XIX. Dos hombres de sólidas convicciones políticas y convicciones éticas que no concebían la retractación u otra instancia conciliadora cuando las posiciones llegaban a un punto sin retorno. Cabe destacar, que dichos duelos no eran a muerte sino “a primera sangre”. Cuando uno de los esgrimistas era herido, el lance se detenía. Don Lisandro, que fue el retado, eligió la espada. Contaba con ser un asiduo concurrente a la sala de armas del Jockey Club de Rosario y de Buenos Aires. Don Hipólito debió tomar clases aceleradas, ya que al haber sido el retador tuvo que respetar la elección del arma por parte de De la Torre. No obstante, el herido fue este último. Recibió un corte en la cara que lo obligó a usar barba el resto de su vida. 

La esgrima, deporte que practiqué desde pequeño, me ha dado los mejores amigos. Además, trasmite valores plasmados en el código de honor respectivo. El célebre “touche moi” (tocado yo) se ha convertido en un símbolo de caballerosidad deportiva. No se pretende que las diferencias políticas o ideológicas sean llevadas al campo de honor. Lo ideal sería que el debate y la profundidad en la búsqueda del bien común fuese plasmado en una verdadera esgrima verbal.